Llegamos a su casa, después de subir una de las calles más empinadas de Rincón.

Entramos a la sala cruzando el porche rodeado de macetas algunas aromáticas, tomillo, perejil, menta… a la derecha nos encontramos con una sorprendente colección de conchas de almeja piedra y vieiras pintadas con esmaltes  de colores vivos y dibujos naif todo hecho por Pepa, “Dejo correr mi imaginación con el pincel”. No hay dos iguales.

“Además quien visita mi casa por vez primera se lleva una concha pintada”.

En la sala se  respira sencillez y naturalidad, la mismas  cualidades que definen a sus dueña.  En sus paredes cuelgan recuerdos de los países visitados por su padre cuando  navegaba en el Juan Sebastián El Cano: Perú, Senegal, Méjico, Grecia…y muchos  más. Pepa, nació en Galicia, y con siete años se fue a San Fernando (Cádiz) donde destinaron a su padre y vive desde que se casó, hace ya muchos años, en Rincón de la Victoria.

Los recuerdos son parte de su historia, “aquí nacieron mis hijos, dos chicas y dos chicos. “Ya son mayores y me han dado nietos, por cierto uno siciliano y otro italiano”. Al fondo está  la cocina donde también tiene su taller, “Ahí me paso las tardes, pintando, diseñando y pegando”. Marinera de ordenador pasa las horas que no limpia, hace la comida, ve la tele y trabaja en sus manualidades, “o sea un rato cada día”.

Pepa, es una cajita de sorpresas, agradable y risueña, que  comparte lo que tiene, me enseña un viejo periódico en el que también la entrevistaron…por sus poesías! Comenta que hay dos cosas que están presentes en su vida el mar y la escritura y las ha tenido siempre y quiere llevárselas cuando le toque.

Pepa tiene mucho que decir, que expresar, que compartir y lo hace a través de su la conversación, escritura o pintura. Escribe poesía, pero no al uso del soneto sino que fluyen los versos y los rimas exteriorizando los pensamientos. Describe con dulzura situaciones  costumbristas y para muestra un botón, aquí le dejamos la primera de las poesías que iremos publicando para conocerla un poco mejor. 

Gracias. 

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La Puñetera Mosca (por Pepa Moñino Díaz)

Me he dado cuenta de una cosa durante esta noche.

De que yo no necesito despertador, sí, así de sencillo.

Me he dado perfecta cuenta de que ese aparato tan malévolo,

Para mí ya no tiene sentido ni orientación.

Verán el porqué de esta situación:

Desde hace algunos días observo para mi admiración, Cómo una simple y sencilla mosca, diminuta y altiva, como un buen suizo reloj, llega por mi habitación.

No sé qué motivo tiene la puñetera

Pero no falla, diariamente a la misma hora

Ya sea por la mañana, a las siete y media

O a la hora de esta bendita siesta, como manda la tradición.

Pues ella se pone a zumbar cerca de mi oreja,

Para llamar la atención, me doy la vuelta giro hacia el otro lado, y no me vale de nada, ya me han despertado, me cachis en la puñetera mosca.

Otro día que su objetivo consiguió.

Vuelvo a darme la vuelta, me pongo baca arriba, me tapo hasta las orejas, y de pronto noto,  como especie de un picor suave,

Se ha posado levemente en mi nariz de ratón.

Como una simple, sencilla y puñetera mosca se frota sus patas para mi desesperación.

Por ello, me he dado cuenta de una cosa, que aunque me cueste rendirme a sus encantos sutiles y melodiosos,

Ya sea por la mañana, a las siete y media, o a la hora de la siesta, como manda la bendita tradición, yo, ya no necesito despertador.

Olé, por su puñetero padre, seguro que sería un moscardón,

Olé por su puñetera madre, sería de buena estirpe y reputación,

Pero me cachis en la simple, sencilla y altiva puñetera mosca,

Con ella por fin YA NO NECESITO UN MALÉVOLO DESPERTADOR.