Cuando hablo - o pienso- de Benagalbón, siempre me asaltan buenos recuerdos. Allí conocí a Aniceta, la 'sacristana' de la iglesia de la Candelaria. Ella, con una amabilidad y una sencillez exquisita, me contaba cosas de su querido pueblo, como las que relato en esta crónica de enero de 1987, que habla de las fiestas patronales de aquella época. Para mí, que soy persona de pueblo y para el pueblo, subir a Benagalbón para saludar a mis amigos, con los que disfrutaba viendo el fútbol, en el bar del Gato o en el hogar de jubilados, era un auténtico placer.

 ¡Qué tiempos aquellos!

Manuel Reina Olmedo