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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
  • Actualizado 03:41

Escala de valores

A vista pasada, hace unos meses que se revivió un tema de hace varios años, cuando una noche, recién iniciada la segunda huelga general contra el gobierno de Mariano Rajoy, un servidor se encontraba esperando que lo recogieran en coche con una mochila llena de cadenas y candados (y cierto es, un paquete de palillos de dientes, precintado) , cuando unos agente municipales me dieron el alto, registraron la mochila y muy amablemente me dijeron que eso tenían que incautarlo pero que podía recogerlo al día siguiente.

Esto, no tendría mas trascendencia ni difiere de miles de actuaciones similares, si no fuera por que varios cargos públicos mintieron en sede municipal, declarando que no fui yo si no Pedro Fernández Ibar, concejal de IU, en una rueda de prensa a la mañana siguiente. 

conciencia
Escala de valores

El depuesto alcalde (mentiroso),  tergiversó la información conjuntamente con el jefe de la Policía Municipal, para emitir un comunicado difamatorio contra el edil de IU, acusándole de algo que obviamente no había hecho, puesto que sí se personó en el lugar de autos, fue únicamente para interesarse por mí.

Qué impotencia sentí, de que una persona por el mero hecho de ser cargo público, pueda mentir sin ser contestado, pueda mentir sin temer represalias, pueda difamar a otra (pues no nos engañemos, no es lo mismo lo que haga yo, que lo que haga un cargo público y no será juzgado con la misma vara) .

Ahora, querido lector, es donde entra el conflicto de escala de valores, donde una parte de la ciudadanía ve con muy malos ojos que yo portase unos objetos, que tenían como única finalidad garantizar el sacro derecho a huelga de todos aquellos que son obligados a trabajar,  y sin embargo, prefiere girar la cabeza ante la evidencia de que sus representantes políticos les mientan en la cara, con el fin único de hacer astillas de un inocente. 

¿En qué clase de deplorable ser hay que convertirse, para tres o cuatro años después, utilizar la misma falacia para intentar dañar la imagen de dicha persona?  ¿De verdad a alguien os inspira confianza una persona (Sergio Diaz, concejal del PP) que hace eso?

¿De verdad obtienen miles de votantes los impresentables que (entre otras muchas cosas) hacen semejante uso lesivo de su posición pública?.  

Y por otra parte, ¿hasta qué punto son culpables los medios de comunicación, de transmitir esa información,  sin contrastarla previamente y quitándole hierro al asunto cuando se les reprocha?.

Estoy seguro que no hay mala intención por parte de estos últimos, pero desde luego, invito a una reflexión profunda sobre nuestra escala de valores, donde unas cadenas en posesión de un adolescente o un par de carteles sobre la fachada de una entidad bancaria, son temas más importante que el derecho a la verdad, la obligación de un cargo publico de ser sincero con sus ciudadanos y al honor de una persona a la que nunca se le dejó, ni entonces ni ahora, defenderse de tales acusaciones, ni estos medios hicieron eco del mea culpa que entona un servidor.

Cristóbal Becerra González