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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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AXARQUÍA

FAO reconoce la uva pasa moscatel como Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial

El consejero recoge en Roma el reconocimiento de la FAO a un sistema de cultivo tradicional del que viven 2.000 familias de la Axarquía malagueña, nombramiento que ha calificado como “garantía de biodiversidad y riqueza”.

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Rodrigo Sánchez Haro recoge en Roma el reconocimiento
FAO reconoce la uva pasa moscatel como Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial

El consejero de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural, Rodrigo Sánchez Haro, ha subrayado que el reconocimiento de la uva pasa moscatel como Sistema Importante (o Ingenioso) del Patrimonio Agrícola Mundial (Sipam) supone un “impulso decisivo” a un cultivo tradicional “muy ligado a la tierra, al paisaje y que es garante de biodiversidad y sostenibilidad social y económica”. 

Así lo ha puesto de relieve en Roma (Italia), en compañía de alcaldes de la Axarquía malagueña, representantes de cooperativas, asociaciones y organizaciones agrarias, en el marco del acto de entrega de esta acreditación “merecida y justa” otorgada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). 

Asimismo, la Junta de Andalucía, con el fin de que toda la comarca sea partícipe de este distintivo, promueve la celebración de un acto el próximo día 28 de abril en la localidad malagueña de Almáchar.

Patrimonio

La uva pasa encuentra sus primeras referencias en la época de los fenicios y, tras la proliferación de asentamientos en casas de campo denominadas lagares en el periodo musulmán, a finales del siglo XIX se erigía ya casi en un monocultivo. 

Tanto es así que, como ha expresado Sánchez Haro, define la personalidad geográfica y paisajística de la Axarquía malagueña. Se trata, según ha explicado, de una agricultura de baja tecnología, con las mismas técnicas de la antigüedad, escaso uso de productos de síntesis, con laboreo reducido y adición de materia orgánica. 

De este modo, preserva el medio ambiente y optimiza recursos como el agua y el suelo. Las laderas empinadas, además, no permiten el empleo de maquinaria, lo que obliga a realizar las operaciones de recolección, transporte, secado o eliminación de uvas de racimo de forma manual para así “conservar la tradición y el paisaje”.